Jesús Carrasco: «El campo ha sido mi espacio de juego, de formación y de crecimiento emocional»

Elogio de las manos es una novela curativa y luminosa que nos lleva al entorno rural, a la casa familiar, al lugar donde todo pasa sin que parezca que pasa demasiado.
Hablamos con su autor Jesús Carrasco, ganador del Premio Biblioteca Breve, acerca de su íntima conexión con el pueblo, el valor del trabajo manual o el protagonismo de lo rural en la literatura. ¡No te pierdas lo que nos ha contado en esta entrevista! ⤵️
Una novela tan extraordinaria como la peripecia de sus protagonistas
En el año 2011, el narrador de esta novela y su familia llegaron, de un modo azaroso, a una vivienda casi en ruinas situada en un pequeño pueblo del sur de España. Un acuerdo con el propietario les permitiría hacer uso de ella mientras él encontraba financiación para construir allí unos apartamentos. Era solo cuestión de tiempo que la casa fuera derribada. Sin embargo, durante los años siguientes, pasaron largos periodos en ella, reparándola con sus propias manos, transformándola en un acogedor lugar de encuentro y celebración.
Allí recibieron a vecinos y amigos; con ellos compartieron comida, música, trabajo y risa. Allí la familia llegó a convivir con una docena de gallinas, varios caballos y burros, dos perros y algún ratón. Nunca perdieron de vista que terminarían llegando las máquinas excavadoras, lo que convirtió la experiencia en aquella casa en una elocuente metáfora de la vida: nos entregamos a ella aun sabiendo que termina.
Elogio de las manos es una novela tan extraordinaria como la peripecia vital de sus protagonistas, una historia en la que caben la aventura, la reflexión y el recuerdo. Con el talento expresivo que le caracteriza, Jesús Carrasco logra que la vida se cuele entre sus páginas, demostrando que la profundidad no está reñida con la ligereza y que ambas pueden iluminar un libro inolvidable.
¿Qué nos vamos a encontrar en Elogio de las manos?
Es una novela entre familiar, doméstica, en algún momento de pequeña aventura, con un montón de lugares reconocibles por mucha gente, porque es un espacio cotidiano. Con animales que entran y que salen y con un pequeño drama. Y es que esta casa, la casa que ocupa esta familia, va a ser derribada.
En tu anterior novela también tenía importancia una casa. Aquí vas más allá y la casa es protagonista. ¿Crees que la casa acaba teniendo un papel transformador?
Sí, en esta novela continúa la casa como un interés literario. Todo lo que sucede en esta novela sucede dentro de la casa o muy cerquita de ella y eso hace que todo sea mucho más intenso.
Este hogar está en un contexto rural. ¿Está el medio rural infrarrepresentado en la literatura?
Yo creo que todavía faltan ficciones desde el propio medio rural, porque suelen ser ficciones que vienen desde la ciudad, pero por suerte está mucho más representado que hace unos años.
¿Cuál es tu relación con el campo, como escritor y a nivel personal?
Yo nací y crecí en un pueblo hasta que tenía 19 años, viví en o muy directo con el campo, así que ha sido mi espacio de juego, de formación y de crecimiento emocional. Para mí es una relación muy íntima.
¿Cuál es tu proceso para empezar a escribir una novela?
La novela empieza a escribirse mucho antes de empezar a teclearla. Hay un momento previo que puede ser larguísimo, en el que uno va acumulando material y tensión, y yo esa acumulación de material la hago siempre a mano. Siempre llevo cuadernos, como cualquier escritor, y voy tomando notas o voy haciendo dibujos, que me gusta mucho.
¿De dónde sale esta necesidad de hacer un elogio a las manos?
De una necesidad muy primaria. Para mí el trabajo con las manos ha formado parte de mi educación elemental porque mi familia, mis padres, eran trabajadores manuales. Digamos que he respirado ese ambiente, esa consideración tan digna de las manos y del cuerpo como forma de trabajo.
¿Recuerdas algún encuentro o mensaje de un lector que te haya marcado?
He recibido verdadero cariño. He notado verdaderamente cómo el círculo del libro se cierra ahí. Hasta que no es leído, el libro no ha terminado.
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