¿Cuántos años se puede llorar? ,¿Sabes cómo se puede des-pausar una vida?" Esta pregunta que hace Dana, quien perdió a su hermano cuando tenia 10 años nos sumerge en la profunda reflexión sobre el sufrimiento y la búsqueda de redención. A través de las confesiones de Ben, un joven marcado por la guerra y la carga de haber matado a un hombre, Galit nos lleva al corazón de la humanidad, donde el llanto no es solo por el individuo, sino por la injusticia y la inhumanidad que persisten incluso hoy en el mundo. A su vez recuerda Galit de los años en que sirvió en el ejército como cantante “El amor era tan intenso como la guerra, el sexo era tan emocional como la pérdida y la muerte estaba siempre en el aire”. En las páginas de este libro, nos sumergimos en un viaje íntimo y conmovedor a través de relatos que desentraña los secretos del pasado y las sombras que persisten en nuestras vidas. La autora nos invita de modo sensible, poético y delicado a recorrer historias entrelazadas con vivencias personales y profundidad teórica. Debo reconocer que hace tiempo no me conmovía tanto un escrito, me encontré con la sensación de estar compartiendo una relación íntima más que simplemente leyendo un libro. Con maestría, explora la dificultad de dar forma a los recuerdos fragmentados, tejiendo una narrativa que revela las grietas en la identidad y el dolor latente en las historias no contadas. "Un pasado sin procesar no nos permitirá avanzar. Nos mantendrá como los guardianes de nuestra historia", nos advierte Galit, señalando la importancia de confrontar y comprender nuestras raíces para liberarnos y avanzar hacia un futuro más pleno. El relato de Galit se entrelaza con la pregunta crucial sobre la transmisión del trauma a las generaciones futuras. ¿Es mejor saber o no saber? Nos enfrentamos al dilema de los secretos, esos intrusos en nuestras mentes que se transmiten como fantasmas, afectando nuestras vidas de maneras que apenas comprendemos. En la lectura del libro nos encontramos con la experiencia de sus pacientes y su propia historia, conectando lo individual con lo colectivo. Se convierte en un espejo donde nos vemos reflejados, no solo como lectores, sino como seres humanos con nuestras propias cicatrices y secretos. Sabemos que cuando se trata de hablar del trauma, se ponen en juego lealtades, sentimientos de dolor, vergüenza y una búsqueda constante de tramitar lo inefable. Así, para lograr sobrevivir, nos desconectamos no sólo de los demás, sino también de nosotros mismos, integrar la disociación será siempre un reto. Sin dudas en cada página resonamos con la complejidad de la experiencia humana. Al final, este libro no solo cuenta historias, sino que también nos cuenta a nosotros mismos.