La llamada la despertó a medianoche. Elba Esther contestó inquieta, del otro lado de la línea los secretarios de Hacienda y Gobernación insistían en verla: las negociaciones con el sindicato habían llegado a un punto muerto y el presidente deseaba que se reunieran. La recorrió un mal presentimiento, sabía que podría ser una trampa, pero no le quedaba otra opción.
Al día siguiente,...