No hay gacelas en Finlandia

Una novela perfectamente estructurada como una serie de televisión, con episodios muy cortos y densos, que van saltando de unos personajes y situaciones a otros. Un mosaico que encaja sin duda al juntar todo y dar forma en la mente al conjunto de todo ello. Pone en escena un amplio y variopinto grupo de personajes que tienen algo en común: su extravagancia y, en el caso de los Lehrer, su psicopatía.

Es un aplaudido ejemplo de una nueva forma de narrativa, buena conocedora de las nuevas tecnologías y formas de relación a través de las redes sociales, de las nuevas costumbres y de los usos sociales.

El jurado del Premio 25 Primaveras destacó de la obra su destreza narrativa, la profundidad de los personajes y las voces, y la originalidad de su estructura.

Tiene sentido del humor y de la ironía; evidentemente se burla de cosas como las performances artísticas que son un bluff, de una nueva forma de contemplar la sexualidad lleva de extravagancias, como la pareja que solo logra la erección y el sexo a través de los batidos de fresa, de las mujeres que buscan encuentros sexuales a ciegas en páginas de os. Y tiene personajes muy divertidos: la anciana casi centenaria, lúcida y autosuficiente, que además bebe como un cosaco, la mánager en las redes de pelo teñido de verde, el delirio de la secta de los Lehrer...