Padrenuestro

Me gustó 'Marismas'. Y todavía me ha gustado más este 'Padrenuestro'. La geografía vuelve a ser el Bajo Ampurdá. Si en la primera novela, la acción tenía lugar en el paisaje de las marismas de la Gola del Ter, con el viento de la Tramontana soplando fuerte de fondo, en esta segunda, el detective Nico Ros, su mano derecha Cas (diminutivo de Casilda) y sus compañeros Mossos de Esquadra se mueven principalmente entre Llafranc, Palafrugell y la ermita románica de Santa Coloma de Fitor. Aunque alguna de las escenas transcurre en Barcelona, en la sede de un periódico, y en otros pueblos como Bagur. La climatología tiene también en este segundo libro una importancia capital: la lluvia y la niebla son un buen decorado para una historia a veces sobrecogedora. ¡Qué se puede decir de la sociedad literaria que forman los dos autores, madre e hijo! Pues que en cada entrega se superan. Este 'Padrenuestro' sube la apuesta del primero. Si en 'Marismas' Nico Ros se enfrentaba a la desaparición de la niña Bashira, en 'Padrenuestro' el desafío es mayor. Nico Ros, Cas y el grupo de mossos que los acompañan tendrán que vérselas con un asesino que se mueve por venganza y con un secreto que se esconde bajo la carpa del circo y el forzoso silencio de los implicados. Hay actos malvados del pasado que vuelven como un búmeran a romper la frágil tranquilidad del presente. Hay pecados que se arrastran de por vida. Ese "líbranos del mal" de la oración cristiana por excelencia llega tarde para algunos. Hay actos deplorables imposibles de ocultar, por mucha influencia y poder que se tenga. No os perdáis esta nueva historia del joven detective Nico Ros. Es un auténtico thriller, porque tiene lo mejor de la novela negra, es decir, acción, terror y suspense. Y es un thriller auténtico, porque se ocupa también, con sutil perspicacia, de las congojas y los anhelos humanos, como hacen los buenos libros. ¡Un novela para disfrutar!