Evan Hansen creía varias cosas:
Que jamás superaría sus ataques de ansiedad.
Que a nadie le importarían sus problemas.
Que nunca lograría conectar con alguien.
Que siempre se sentiría vacío, excluido y decepcionado.
Que a la gente solo le importa aparentar en las redes sociales.
Se equivocaba en todas.
Todo empezó con una carta que salió del corazón y cayó en manos...