Elena y Sergio forman una pareja unida, pero la imposibilidad de ser padres hace aflorar la falta de amor entre ellos y Sergio decide, después de veinte años de convivencia, abandonar a Elena. Ella cae en una profunda depresión que tambalea su vida en todos los aspectos. Pasa el tiempo y Elena recibe una propuesta de un familiar lejano para alojar, durante su convalecencia, a Lázaro, un tío...
Ficha Técnica
Temática | |
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Publicación | 29 octubre 2019 |
Sentido lectura | Occidental |
Colección | Autores Españoles e Iberoamericanos |
Presentación | Tapa dura con sobrecubierta |
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Formato | 15 x 23 cm |
Editorial | Editorial Planeta |
ISBN | 978-84-08-20152-6 |
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Páginas | 256 |
Código | 0010231866 |
Sobre la autora de De la melancolía
Espido Freire
Espido Freire debutó como narradora con Irlanda, galardonada con el Premio Millepage. Poco después publicó Donde siempre es octubre y la obra con la que se convertiría en la ganadora más joven del Premio Planeta: Melocotones helados. Merecedora del Premio Ateneo de Sevilla con Soria Moria y del Premio Azorín con Llame Alejandra, es autora de numerosas novelas, varias colecciones de cuentos, novelas juveniles y libros de poemas. Entre sus obras publicadas por Ariel destacan Para vos nací, Quería volar, Primer amor y Los malos del cuento.

Otros libros de Espido Freire
Opiniones
Comentarios y valoraciones sobre De la melancolía
jprescritor-06/06/2024
Un torrente de diferentes sentimientos

De la melancolía es una novela escrita por Espido Freire. Podría decirse que es la última que ha publicado hasta ahora, ya que sus obras posteriores se han centrado más en ensayos o literatura juvenil. Elena busca desesperadamente tener un hijo. Su marido, Sergio, le dice que no tenga prisa. Ya lo han intentado al modo tradicional y gastando una gran cantidad de dinero con la fecundación artificial, pero nada ha dado resultado. Sin querer itir cuál de los dos es el estéril, deciden optar por la adopción. Pero los trámites son cada vez más exigentes y la suerte no los acompaña. Y, como una bala perdida, llega la melancolía a la vida de Elena, envolviéndola y hundiéndola en una depresión avivada por muerte, crisis y soledad. Pero un rayo de esperanza se cruza en su camino cuando aparece su tío Lázaro, de noventa y pico años, al que tendrá que cuidar, y del que aprenderá cómo la guerra civil le privó a él de la verdadera felicidad, hasta que conoció a Amalia en aquella Francia donde se mantuvieron exiliados hasta el fin de la dictadura. No tenía muy claro qué me iba a encontrar en esta trama, tras haber leído ya varias obras muy diferentes de la autora. El título hacía sospechar que alguna situación dramática se me vendría encima; y no estaba equivocado. Pero no esperaba tal mezcla de sensaciones y sentimientos, lo que me llevó a ar con Espido para preguntarle si había algo autobiográfico en todo aquello. La ficción y nuestra realidad se entremezclan dando lugar a una serie de situaciones que podrían haberle pasado a cualquiera de nosotros. Esto permite empatizar con la protagonista, Elena, puesto que muchos de nosotros, seguro, habremos sufrido alguna de las penurias que ella tendrá que soportar. Y es que, teniendo como narradora a la propia Elena, sabremos lo que piensa en todo momento; su rabia, su tristeza, su alegría… su pesar. Y gracias a Lázaro, con sus historias sobre la Guerra Civil española, la perspectiva de Elena hacia la vida cambiará por completo. Personajes secundarios, como la familia, los amigos o, incluso, recuerdos del pasado, complementarán la historia principal y nos ayudará a compadecer a la protagonista y a ponernos en su propia piel. Una narrativa impecable, con mucha fluidez y algún que otro silencio; un punto propio de la autora para que tomemos aire y demos paso a la continuación de la historia. Un tono constante, que varía con las intervenciones de Lázaro y nos transporta a otra época y a otro lugar. Es, es definitiva, un torrente de diferentes sentimientos. Una mezcla de historia, drama y romance donde el coraje y el amor hacia los demás serán fundamentales para salvaguardar nuestra propia existencia y así huir de la melancolía.