Desde la pluralidad de voces, se narran los hechos con la perspectiva de 3 mujeres, Rachel, Anna y Megan, mujeres que parecen ser muy distintas, pero que, al final, tienen más rasgos en común de lo que quisieran aceptar. La historia gira en torno a Rachel, una mujer alcohólica, infértil, divorciada y desempleada, pero que intenta aparentar que todo anda bien, motivo por el cual, viaja cada mañana en tren a Londres, para un trabajo del que, en realidad, fue despedida. Mientras viaja en tren, mira por la ventana a una pareja y se obsesiona romantizándolos, depositando en ellos sus anhelos de una relación perfecta. Tal idealismo, no le permite superar a su ex marido, ya que, recuerda lo bueno que vivió con él y se culpa, con pensamientos autodestructivos, del término. Con la desaparición de Megan, uno de los motivos de su obsesión, comienza a sentirse viva, útil y con la necesidad de ayudar a Scott, la otra mitad de su obsesión, pero ¿quién le creerá a una alcohólica que no es capaz de recordar? Es uno de los muchos desafíos que debe enfrentar, para terminar descubriendo que las mentiras y los trastornos mentales, están más cerca de lo que ella pueda imaginar. El libro te sumerge al intento de descubrir la verdad de los hechos, te transformas en Rachel, al obsesionarte con la respuesta a la pregunta ¿quién es el asesino? A modo de un striptease literario, poco a poco se van revelando pistas reales y falsas, desde la verdad de cada personaje, que te confunden, pero que mientras avanza la lectura, te permiten ir discriminando qué fue lo que realmente sucedió.