Antonio Muñoz Molina: "En la ficción vives una especie de trance"

¿Quién no conoce a Premio Planeta, el Nacional de Narrativa, el Príncipe de Asturias de las Letras y el Jerusalén.
En una entrevista reciente, el autor nos cuenta cómo es su rutina diaria y cómo la música y sus referentes literarios son una parte fundamental de su vida y de su obra. Además, habla sobre su última novela, "No te veré morir", que promete ser una obra emocionante sobre el reencuentro y el amor que perdura a lo largo del tiempo. Nos encanta conocer más sobre las ideas y pensamientos de Antonio Muñoz Molina, un autor que ha dejado una huella significativa en la literatura española. ¡Sigue leyendo para descubrir más sobre este fascinante escritor!
¿Cómo es el día a día en tu trabajo como escritor?
Para mí, el desayuno es un momento fundamental de mi vida. Tiene que estar bien preparado, con buen pan, con buena fruta y con buen café. Es una buena manera de empezar el día.
Si estoy haciendo trabajos periodísticos, trabajo por la tarde un rato. Y si estoy en una novela también trabajo por la tarde, es decir, yo la mañana generalmente la dedico a otras cosas, la dedico a hacer deporte o a pasear por ahí o a ver exposiciones. Pero mi trabajo productivo suele ser por la tarde.
¿Ficción o no ficción?
Las dos cosas. La ficción y la no ficción, para mí, son las dos caras de la literatura. Y las dos son igual de atractivas porque no depende de mi voluntad. Hay veces en las que quieres contar las cosas como son y hay veces en que quieres transformar la experiencia en ficción.
En la ficción vives una especie de trance, estás descubriendo cosas que no sabías y eso es lo que más me gusta. Es decir que no soy yo exactamente quien llevo el control, que no es mi conciencia ni mi voluntad. Que me está guiando el poder de la narración. Eso en la no ficción no pasa.
¿Qué has descubierto con No te veré morir?
En No te veré morir, he descubierto vidas de personajes que, aunque vagamente basadas en historias que he escuchado, han cobrado vida para mí, como si brotaran de mi interior. Allí cuento la historia de dos amantes que se reencuentran después de casi 50 años sin verse.
Un hombre nacido en 1940, muy aficionado a la música y de formación económica, que migró a Estados Unidos en el año 67 y que vuelve a reencontrarse con esta mujer, con su gran amor. Una mujer que ha tenido que hacerse una vida con dificultades muy grandes pero con una voluntad tremenda de sobrevivir y de ser leal a sí misma.
Una emocionante novela sobre la fuerza del amor y sus espejismos.
«El mejor Muñoz Molina […]. Un libro magnífico que arrastra al lector a un torbellino de emociones.» Ricardo Baixeras, Abril, El Periódico
«Vuelve el narrador poderoso que echa luz sobre los entresijos morales de nuestra sociedad.» Santos Sanz Villanueva, El Cultural
«Una novela que emocionará a los lectores […]. Contiene algunas de las mejores páginas que haya escrito nunca Antonio Muñoz Molina.» J. M. Pozuelo Yvancos, ABC Cultural
«Una enorme sensibilidad, una prosa hermosísima y una elegancia que solo está al alcance de los grandes narradores.» Eva Cosculluela, Heraldo de Aragón
«Muñoz Molina no defrauda, la suya es una escritura cautivadora que aboca a quien lee a zambullirse en las páginas, a apropiárselas en cierta manera. El alma humana tiene quien le escriba.» Mey Zamora, Cultura/s, La Vanguardia
«Una fascinante historia sentimental, la reflexión ficcional sobre el ineludible destino y el paso del tiempo, así como un estilo ágil de clásica configuración realista conforman la excelencia de esta novela.» Jesús Ferrer, La Razón
«Conmueve por su mezcla de crudeza y delicadeza y sirve al escritor para reflexionar sobre la ambigüedad de la vida, las trampas de los recuerdos y la naturaleza del amor.» Andrés Seoane, La Lectura, El Mundo
Durante su juventud, Gabriel Aristu y Adriana Zuber protagonizaron una apasionada historia de amor que parecía destinada a durar para siempre. El futuro, sin embargo, tenía otros planes para ellos. Separados durante cincuenta años por un océano de incomunicación, ella atrapada en la España de la dictadura, él viviendo el éxito profesional en Estados Unidos, vuelven a encontrarse en el ocaso de sus días. Miradas, caricias, deseos acallados y viejos reproches dejarán paso entonces a la constatación de que la nostalgia de aquel primer amor lo es también de la persona que una vez fuimos.
No te veré morir es una novela sobre el poder de la memoria y del olvido, la lealtad y la traición, los estragos del tiempo y la obstinación del amor y sus espejismos. La conmovedora historia de una pasión frustrada por la vida y un hermoso retrato de la vejez escritos con una delicadeza extrema.
Tras aquel «magistral acto de fe en la escritura como depósito de memoria» (Domingo Ródenas de Moya, Babelia) que supuso Volver a dónde, Antonio Muñoz Molina vuelve al territorio de la ficción con una novela soberbia marcada por la musicalidad de una prosa que recuerda al mejor Thomas Bernhard.
¿Qué es el reencuentro para Antonio Muñoz Molina?
El reencuentro lo defino como uno de los momentos fundamentales de la vida, especialmente cuando se trata de encontrarse con alguien que ha sido muy importante y que ha desaparecido durante un tiempo. Porque cuando te reencuentras con esa persona, sea un amigo o un antiguo amor, no sabes exactamente qué estás viendo. Estás viendo el recuerdo y a su vez estás viendo a la persona que es ahora y que, probablemente, es completamente distinta.
Ahora que hablas de música, ¿Tuviste algún referente musical o literario al momento de escribir esta novela?
La música es una parte fundamental de mi vida y de mi obra. En "No te veré morir" he encontrado inspiración en las suites para violonchelo solo de Bach y en la interpretación que hizo de ellas Pau Casals, quien también es un personaje importante en la novela. Para mí, la música y el personaje de Casals me permite vincular la historia a la cultura republicana española amputada por el exilio.
En cuanto a mis referentes literarios, tengo muchos, pero destaco a autores como Cervantes, Marcel Proust, Virginia Woolf, Mansfield, Dickinson y Eliot. Para mí, estas obras son como montañas, algunas más pequeñas y otras de gran altura, pero todas ellas en las que veo el mundo entero.
¿Qué te llevo a decidir no poner un solo punto en la narración hasta la página 73?
La historia pedía esa torrencialidad en esa parte. Está muy controlada por la sintaxis y está muy controlada por el sentido del ritmo.
Ahí estaba mi intento de transmitir cómo es la conciencia de alguien que ha llegado a ese momento crucial de su vida. Qué está sintiendo un hombre que llega al cabo de 50 años y se va a acercando al momento del encuentro. También estaba mostrando mi propio fervor mientras escribía. El propio entusiasmo del descubrimiento de lo que iba contando yo ¡Para mí fue también una sorpresa!
ig
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