Sobre las revisiones de la BIBLIOTECA TOLKIEN

El Señor de los Anillos es una obra de una innegable importancia en el género de la fantasía épica a nivel mundial. Su llegada a España fue tardía, ya que sus tres volúmenes se tradujeron entre 1978 y 1980 por parte de los grandes traductores Matilde Zagalski (más conocida por su seudónimo «Matilde Horne») y Francisco Porrúa (quien, en este caso, adoptó el seudónimo de «Luis Domènech»).
Su traducción es magnífica, y es la responsable de que miles de personas se enamorasen de la ficción escrita por Tolkien. Es una traducción que ha perdurado en el tiempo, hasta nuestros días, prácticamente inalterada, reedición tras reedición. Desde su primera publicación, El Señor de los Anillos nunca ha estado descatalogado en castellano, un dato más que nos muestra la vigencia, la fuerza y la relevancia de la obra de Tolkien y de su traducción al castellano.
Entonces, si la traducción es tan fantástica, ¿era verdaderamente necesaria una revisión? ¿Qué significa realmente «edición revisada»?
«Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos» - Gandalf
Tolkien mismo fue el primero en revisar las traducciones de sus propias obras. Son muy sonados sus enfados ante las equivocaciones, confusiones o deslices de sus traductores, a quienes no dudaba en criticar en largas cartas airadas (no olvidemos que dominaba y tenía nociones en multitud de lenguas). Él mismo elaboró una guía que indicaba qué cosas se debían traducir (y cómo) y cuáles no en El Señor de los Anillos. La llamó Guide to the Names in The Lord of the Rings, y la escribió justo después de que las traducciones neerlandesa y sueca salieran a la venta.
Desde hace bastante tiempo, algunos aficionados a la obra de Tolkien se dieron cuenta de algunos deslices, incoherencias y erratas en la edición en castellano. En un principio, el documento más importante que recogía todo lo investigado por aficionados castellanoparlantes de diferentes partes del mundo se encontraba bajo el nombre de «Departamento de Traducción Irreverente» de una ficticia «Universidad Autónoma de Númenor». También, en diferentes etapas desde su creación, la Sociedad Tolkien Española ha estado en o con la editorial. También la versión en inglés se ha ido modificando ligeramente con el tiempo: corrigiéndose erratas, incongruencias, errores tipográficos... Finalmente la editorial decidió comenzar una labor titánica: revisar los libros de Tolkien para solventar la situación y ofrecer las traducciones más fieles posibles al texto en inglés. Es una misión muy arriesgada: emprender una corrección profunda de los que quizá sean los libros más importantes para Minotauro por primera vez desde que se tradujeron. Un paso increíblemente valiente.
«El trabajo que nunca se empieza es el que más tarda en terminarse» - Samsagaz Gamyi
El trabajo se ha puesto en manos de personas expertas y experimentadas. Para una labor así hacían falta profesionales que estuviesen no sólo familiarizados con Tolkien, sino que fuesen estudiosos y estuvieran implicados con las obras que debían revisarse. Martin Simonson para la prosa y Nur Ferrante para los poemas fueron los primeros en ponerse a la tarea (El Silmarillion, Cuentos Perdidos, El Hobbit, La Comunidad del Anillo) que además supieron rodearse de otros expertos en diversos ámbitos para consultarles dudas como asesores (la vida de Tolkien, las lenguas, la geografía...). El Señor de los Anillos se completó con Nur Ferrante de nuevo para los poemas, y Mónica Sanz Rodríguez para la prosa, encargada esta última también desde entonces de acometer la revisión de la larga serie de la Historia de la Tierra Media (aún en proceso).
¿Y qué ha hecho este osado equipo de revisores? Corregir erratas, errores de imprenta, refinar terminologías, añadir incluso fragmentos que no se tradujeron en su momento, adecuar los lenguajes de los pueblos a la forma de expresión que Tolkien les adjudicó y muchas otras cosas, modificar localismos... todo esto sin que las manos que han amasado el pan hayan dejado sus huellas en la corteza. La labor de un revisor es una labor muy minuciosa (no mentimos cuando decimos que se han llevado a cabo miles de modificaciones) pero nunca es la de interferir con dureza en la traducción ni la de desviarse del texto original en inglés.
Ha habido términos que se ha considerado que debían conservarse a pesar de existir terminologías más adecuadas, debido a que el bagaje de El Señor de los Anillos en castellano ha creado un imaginario popular muy integrado en la cultura. Por ejemplo, no podíamos dejar de llamar «ucornos» a los «huorns»...
«Es bueno lo que termina mejor» - el Tío Gamyi
Antes Gollum saltaba como una langosta, hoy lo hace como un saltamontes, ya que en inglés salta como un grasshopper. Vemos más pronto que el cuerno de Boromir se partió en su lucha contra los orcos, y también nos enteramos de que el ejército de Erkenbrand usa muros de escudos en su táctica bélica defensiva (como los hoplitas, como los romanos, como los escandinavos...). El «castillo» de Meduseld es por fin una «sala», un hall, como escribe Tolkien ya que, no en vano, proviene de mead-seld, una «sala del hidromiel», como su propio nombre indica.
Recuperamos ecos del pasado a través de los arcaísmos de Tolkien transformados hábilmente al castellano. Podemos escuchar el ritmo de su prosa y la música de sus poemas como nunca lo habíamos hecho antes. Es hora de redescubrir la obra que siempre nos ha acompañado, o de descubrir por primera vez ese libro al que siempre nos hemos querido acercar. Y así, redondeando las palabras, las inmortales obras de Tolkien y las magníficas traducciones originales adquieren un nuevo brillo en este idioma que une a millones de personas.
MÓNICA SANZ
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