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Portada Los ingratos
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Los ingratos

Premio Primavera de Novela 2021

(5)

Sinopsis de Los ingratos

Una emocionante crónica familiar y sentimental. El retrato de un país que miraba al futuro y se olvidó de dar las gracias a la generación que lo hizo posible.

«Nos rezaban que cuatro esquinitas tenía mi cama y que cuatro angelitos nos la guardaban, pero mi cama por lo menos tenía cinco. Y uno de ellos era una señora de campo que pinchaba cuando te daba un beso».

1975. A un pueblo de esa...

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Ficha Técnica

Temática
Publicación 7 abril 2021
Sentido lectura Occidental
Colección ESPASA NARRATIVA
Presentación Tapa dura con sobrecubierta
Formato 15 x 23 cm
Editorial Espasa
ISBN 978-84-670-6086-7
Páginas 288
Código 0010266612

Por qué leer

Sobre el autor de Los ingratos

Pedro Simón

Pedro Simón (Madrid, 1971) es periodista del diario El Mundo y ha obtenido diversos galardones por sus artículos. Entre ellos destaca el Premio Ortega y Gasset 2015 en la categoría de Periodismo Impreso por su serie de reportajes en El Mundo La España del despilfarro y el Premio al Mejor Periodista del Año de la APM en 2016. En 2020, fue finalista de los premios de la Fundación Gabo. En 2021 ganó el Premio Rey de España de Periodismo

Es autor del ensayo Memorias del alzheimer y de las novelas Peligro de derrumbe, Los ingratos (Premio Primavera de novela 2021),  Los incomprendidos y Los siguientes. Ha publicado también las antologías de reportajes, Siniestro total y Crónicas bárbaras. Es uno de los autores, junto con Eduardo Madina, Javier Gómez Santander y Antonio lucas del volumen Perder la gracia.

Retrato de  Pedro Simón

Opiniones

Comentarios y valoraciones sobre Los ingratos

CrisCrisostomo-29/11/2024

Una conmovedora reflexión sobre la infancia, las despedidas y el impacto imborrable de las personas que nos marcan para siempre.

Imagen CrisCrisostomo
Leer esta novela ha sido como abrir una ventana a la propia infancia, a esos recuerdos enterrados de personas y momentos que dieron forma a quiénes somos, aunque los hayamos dejado en el pasado. Desde las primeras páginas, me encontré en un viaje a una España rural de los años 70, donde las familias aún vivían inmersas en una comunidad pequeña, marcada por la rutina y las tradiciones. La historia se centra en la relación del narrador, un niño, con Emilia, la joven niñera que llega a cuidar de él y sus hermanos mientras su madre trabaja como profesora. Me conecté rápidamente con el punto de vista del niño, que narra sus experiencias con una mezcla de inocencia y curiosidad. A través de sus ojos, veo a Emilia no solo como una niñera, sino como un pilar emocional en su vida, una figura de calidez y entrega que, para él, es fundamental. Emilia representa esos vínculos invisibles de la infancia que, aunque intensos y decisivos, parecen diluirse con el paso del tiempo. Leer sobre ella y sobre cómo se convierte en un refugio para el niño me hizo pensar en las personas que alguna vez fueron importantes en mi vida, aquellas cuya presencia parecía esencial y que, sin embargo, se desdibujaron en mi memoria. Esta parte de la historia es especialmente conmovedora porque nos enfrenta a nuestra propia ingratitud, a ese olvido involuntario que parece natural pero que deja una sensación de melancolía Simón utiliza una prosa que es sencilla y precisa, pero que está llena de poesía. Cada frase parece contener una nostalgia sutil que me lleva de vuelta a esa época en la que el tiempo parecía transcurrir de forma diferente. Los detalles de la vida rural, de los pueblos pequeños y de las dinámicas familiares de entonces, enriquecen la atmósfera, creando un marco íntimo y familiar que sentí cercano, incluso sin haber vivido esa época. La novela también me hizo reflexionar sobre el concepto de “ingratos”. Entendí que no es una ingratitud consciente, sino una especie de inevitabilidad: las personas pasan por nuestra vida, nos transforman, y luego, con el tiempo, algunas de ellas se van quedando atrás en el recuerdo.

jprescritor-09/12/2023

Nos ayuda a recordar a los que ya no están

Imagen jprescritor
Los ingratos, obra galardonada con el Premio Primavera de Novela 2021. Una mirada hacia el pasado, desde la perspectiva de un niño, mientras la vida avanza y tiempo no devuelve. En un pueblo de aquella España aún bajo el yugo de la dictadura, una mujer acaba de perder a su hijo de nueve meses. Casi quince años después, en plena transición a la democracia, una nueva maestra, la señorita Mercedes, se instala en ese mismo pueblo junto con su marido, Natalio; sus hijas, Eva e Isa; y el niño pequeño, David. Peleas acordadas; visitas al cementerio, a la era y más allá de los almendros; y de compras al ultramarinos, donde a veces uno podía ver un bacalao noruego; así era la vida de David, como la de cualquier chico, salvo por lo de cagarse encima, pero esto ya es otro tema. Cuando la relación entre Mercedes y Natalio pende de un hilo, llega a sus vidas Emérita, para ayudar a la madre en la casa y para cuidar y vigilar a David. Juntos, el niño aprenderá cómo no solo existe el dolor físico, sino que el alma puede sufrir de forma inexplicable; y Eme recuperará la esperanza cuando David la trate como a su propia madre y esta, a él, como a su hijo. La novela se puede describir de muchas maneras. Se inicia con evento traumático, la muerte de un hijo recién nacido, que te deja algo descolocado; pensativo por lo que está por venir. Luego aparece David, la luz en la oscuridad; ese ente lleno de preguntas, de inquietudes; alguien en busca de cariño sin llegar a pedirlo. Alterado, a veces, por sus hermanas, que ejercen su poder sobre él, y por sus amigos del pueblo, viviremos momentos muy divertidos dentro de esta mente demasiado joven para entender que un niño también puede morir o que una familia se puede llegar a romper. Es, por tanto, un personaje muy entrañable, al que se le coge cariño enseguida, mientras el lector espera un siguiente paso con el que reírse o emocionarse recordando su propia infancia. La señorita Emérita o, como David la llamaba, la Eme, viene a ser nuestro personaje más dramático, pero que busca abrirse paso entre las sombras, mientras la luz de David ilumina su propio camino. En la novela, tenemos como narradores a David, más infantil, y a Eme, en cursiva, escribiendo en un diario todos sus sentimientos hacia su nueva familia y hacia el niño al que debe cuidar. Un personaje lleno de problemas que se amontonan en su pasado: muerte, hambruna, pobreza, crítica…, que se desvanecen junto a David, agradeciendo el día que entró en su vida y esperando que dicho vínculo jamás se pudiera romper. ¿Conservamos algún recuerdo de nuestra infancia, por pequeño que sea, sobre alguien con el que pasamos tiempo, para luego poner tierra de por medio y casi borrarlo de nuestros pensamientos? Esta novela me ha recordado a una hermana de mi abuelo, que solía venir a Gijón en verano y pasábamos momentos muy divertidos juntos. Cuando yo me hice mayor y ella dejó de venir, una vez fueron mis padres a verla y murió al año siguiente. Esta novela conversa un poco sobre ambos mundos: el humor de la infancia y el drama de la vida adulta. El olvido por los que estuvieron y ya no pueden estar. No me queda nada más por decir. La obra es merecedora del premio, no solo por la trama, sino el estilo utilizado y la capacidad del autor de meternos de lleno entre sus palabras. Leedla; os sorprenderá.

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